Increíble ver cómo estos niños hablan de las emociones de una forma tan natural. Parecen auténticos expertos en el manejo de las mismas. Un vídeo casero, genuino y sin guión. En él participan el hijo y los compañeros de clase de la realizadora Julie Bayer Salzman y su pareja, Josh Salzman. Grabar el vídeo surgió como inspiración tras escuchar a su hijo de 5 años hablando con sus amigos acerca de cómo calmarse con respiraciones profundas. Su asombro positivo les motivó a grabar este vídeo en una tarde de sábado.

Resulta curioso ver cómo los adultos terminan por aprender de las recomendaciones de los niños, quienes cuentan en el vídeo cómo utilizan la respiración para calmarse en momentos de enfado o cuando se sienten tristes o pierden el control. También comprendemos con él la importancia de la educación emocional desde la infancia. De enseñar a los niños el lenguaje de las emociones: a identificarlas, a gestionarlas, a reconocerlas en los demás, etc. Todo ello sin duda debería formar parte de la educación de cualquier ser humano y es vital aprenderlo en etapas tempranas.

Los beneficios son claros: se desarrolla una autoconciencia emocional que permite reconocer las emociones y comprender mejor sus causas, y consecuentemente, aumenta el conocimiento de uno mismo. Se naturalizan las emociones, el ejemplo lo tenemos en la niña que compara la sensación de enfado con las purpurinas agitadas moviéndose en un tarro. Al mejorar la identificación y autoconciencia, se mejora la gestión de las mismas. No se niegan, sino que se respiran, se aceptan y se trabaja para que no incapaciten, proponiendo ayudas como, por ejemplo, la respiración profunda o el mindfulness. También hay multitud de beneficios en las relaciones sociales: aumenta la capacidad de reconocer las emociones en los demás, por tanto, aumenta nuestra sensibilidad, nuestra escucha y nuestra empatía. Esto hace que se mejore de manera considerable la comunicación y la relación con los demás.​

Reflexiona y actúa